jueves, 19 de noviembre de 2009

Vuelve Dulce




Hace un tiempo escribi estas cuatro palabras para una gran amiga mía que volvió a su tierra, volvió a su Buenos Aires.

Aquí las pongo para todos aquellos emigrantes que salieron de su tierra y ganaron amigos en su lucha diaria.

Pero sobre todo para decirte a tí, Mónica, que te quiero mucho.

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martes, 8 de septiembre de 2009

EL BANCO

Los hombres en general somos muy simples y nos hace felices cosas muy tontas, en mi caso son las tardes de tranquilidad en la terraza. El piso donde vivo tiene dos terrazas, en una de ellas se encuentra mi lugar favorito. Mi banco. Es un banco normal, con dos laterales de hierro fundido unidos mediante una docena de listones, vaya, de esos que puedes comprar en cualquier gran superficie.

Cuando me siento abrumado, cansado, debo pensar o simplemente disfrutar del fin de jornada con una cervecita, salgo a la terraza y contemplo los huertos que bordean el Llobregat, como además es la última casa del pueblo no suele haber transito, así que la tranquilidad de la tarde sólo es rota por los vecinos que pasean las mascotas hasta el campo que nace justo después de mi casa. Como es un segundo piso, puedo observar desde lo alto cual Dios inquisitivo observando su creación. Debo decir que es en extremo relajante contemplar las montañas, el río y los vehículos que a lo lejos pasan veloces por la lejana autovía, antojándose seres de otro mundo con prisas ajenas a mi propósito.

Las lluvias ligeras acaparan toda mi atención desde tan prodigiosa y panorámica vista, incluso las fuertes si el viento no me tira encima el agua, es cierto que la magia del lugar se debe en parte al banco en el que coloco mis posaderas. No, no es que sea cómodo, ni un recuerdo nostálgico ni nada parecido. Cuando me hipotequé en el piso, lo primero que hice fue comprar y montar el banco. Aquella terraza, lo juro, fue pensada para un banco de jardín.

El paro me deja mucho tiempo para invertir en fantasías y la terraza toma su protagonismo por las tardes. No hace mucho, mi mujer salió a la terraza y se puso a observarme como desperdiciaba la última hora de la tarde viendo avanzar las nubes de oeste a este. Me dijo muy tranquilamente –este banco ha tenido tiempos mejores- después se encogió de hombros y volvió a adentrarse en los dominios de la televisión.

Dejé de mirar las nubes para desviar mi atención a mi querido banco, ciertamente hacía diez años que compramos el piso y el asiento ha estado siempre expuesto en la calle, acosado por el frio, el viento y las lluvias del prepirineo. Los laterales de fundición habían perdido bastante pintura y se veían partes oxidadas, los listones por su parte, estaban agrietados y secos. Así que me hice el propósito de reparar aquel maravilloso lugar de meditación.

Aprovechaba las mañanas en que mi mujer iba a trabajar para ponerme manos a la obra. Marqué y desmonté el banco. Comencé por los laterales metálicos; con papel de lija pulí toda la superficie y después las pinté con negro brillante. Las maderas fueron más entretenidas; primero lijé con papel de vidrio, después tapé y repasé con masilla, vuelta a pulir y por último, un barnizado de dos capas con sumo cariño. A la hora de montar compré todos los tornillos nuevos.

Estaba listo; con sus partes metálicas brillando al sol, con sus listones insinuando: siéntate, con sus dorados tornillos destacando entre las marrones maderas y los negros hierros. Esa misma tarde se lo enseñaría a mi mujer, pero de momento decidí ir a dar un paseo con el peque, un poco de ejercicio para hacer el reestreno como se merece, un poco cansado y con la cervecita bien fresca. Así que puse una jarra en el congelador y me llevé al niño a pasear con su moto eléctrica. Volvimos sobre las siete y media de la tarde, entramos a casa y encontré a mi mujer viendo la tele y con una extraña sonrisa.

- Hola- dijo alegremente -tengo una sorpresa para ti.

Entonces me arrastró hacia mi terraza y contemplé un horrible banco de plástico donde horas antes estaba parte de mi cordura. Atiné a balbucear.

- ¿Qué has hecho?.
- He encargado este banco nuevo y he hecho que se llevaran el viejo, – me dice con una sonrisa estúpida en la cara- es raro, pero los montadores quedaron extrañados de que quisiera tirar el viejo, ya ves tú, como si quisiera aquel destartalado banco para algo... ¡huy!, mira que tonto, si hasta llora de emoción.

LA CRISIS DE LOS CUARENTA


He entrado en una edad muy difícil para un hombre; cuarenta y uno, la edad clave, ahora debería ser un cuarentón centrado. Nada más lejos, desde el mismo día de mi cumple soy un cuarenteño, que si miramos el diccionario oficial de la calle se define como: dícese del varón de entre cuarenta y uno y cuarenta y nueve años, con edad mental comprendida entre los quince y los doce años.

Debo decir que es verdad, al llegar a este punto de mi vida pasó lo inesperado, quizás fuera esta inflexión en mi estado de ánimo, quizás influyó la llegada del verano, fuera como fuese la vista se me iba, sobre todo en la playa, donde las provocaciones eran más evidentes, esos colores reflejando la luz del sol, esas curvas tan bien definidas. Te embelesan la mirada, se apropian de tu corazón, parece que te dicen: adelante, piensa en ti.

Al final sucumbí a la tentación; sus redondeces tan conseguidas, su posado moderno que parece devolverte vitalidad…, tenía que hacerlo aunque sabía que no era debía. Me acerqué poco a poco, le pasé la vista de arriba abajo varias veces, no se inmutaba, permanecía a mi alcance, ¿me atrevería?. Lo hice, acaricié su cuerpo con suavidad para notar su tacto en mis manos, las recorrí por las curvas más sinuosas y deslicé la mano para que me abriera su interior. Se entregó totalmente; era muy joven, a estrenar, me sentía culpable pero continué, permanecí recostado mientras mis manos se deslizaban por todos sus recovecos.

Yo tenía experiencia pero mi mente no acababa de aceptar aquel destino, aun así me atreví a seguir, le toque el punto G y se abrió un mundo para mí, me dio las llaves de su corazón que se puso en marcha, ronroneando a mi alrededor, notando su cuerpo que vibraba de la excitación, haciendo de paso que el mío cerrara los ojos y notara sensaciones futuras en su compañía. Respiraba su aroma tan conocido que penetraba por mis fosas nasales incitándome, recordándome que yo era el primero, que nadie había osado aun, que era muy joven.

¿Fue culpa mía totalmente?, ¡claro que no!, al fin y al cabo soy un hombre, mi voluntad es débil, me mostró su interior con apenas asomarme, se vistió para mí, me provocaba y yo cedí a la tentación. Ocultándome de mi mujer volvía cada vez a su contacto; pero fue inútil, nos pilló juntos, no lo podía negar, estaba enganchado. Y la voz de mi mujer lo puso todo en su sitio.

- Te he dicho que no puedes comprarte el deportivo. Apaga el contacto y devuelve las llaves a la Guantera. El del concesionario me ha llamado la atención.

lunes, 6 de julio de 2009

CORRIDAS DE TOROS (A FAVOR O EN CONTRA)



JUPITER
Y
EUROPA

DE
GERMÁN
HORACIO








Seguramente es uno de los temas con controvertidos y delicados de la actual sociedad, no voy a enumerar los diferentes motivos de las personas que están a favor o en contra. Todos los conocen, o si no, puede entrar usted en cualquier página sobre el tema. Yo voy a ir un poco más lejos (como casi siempre), y voy a decir no sólo que las corridas son necesarias sino imprescindibles. Lean ustedes este pequeño teatro y después continúo.

TEATRO
En el escenario un personaje vestido de negro y astado, encerrado en un cercado. Asoma por un lateral un personaje vestido con traje de torero y muleta. Se acerca a la valla.

Torero: Ya resé y man daó labsolución. He venío a verte. Tenebrosso te llamas. Lindo nombre pa tan bella bestia. ¡Ea!, ya te saludao. Que Dios reparta suerte (se gira para irse).
Toro: dos preguntas: ¿A Qué Dios rezas? Y ¿Quién es una bestia?.
Torero: (se gira en redondo) Pero…tú. ¡Has hablao!.
Toro: Sí, yo he hablado. Responde a las preguntas.
Torero: Hablas.
Toro: Ya te he dicho que sí. Ahora responde.
Torero: Pero… ¡Tú hablas!.
Toro: Supongo que las únicas luces que tienes, son las del traje.
Torero: E’to ej un prodigio. Deba avisá, no pueo lidiarte. (Se gira para irse).
Toro: ¡Quieto ahí!, insensato. Vuelve.
Torero: (Vuelve) ¿Cómo ej que hablas?.
Toro: Sólo hoy puedo hablar, es un don en este día.
Torero: ¿Qué quieres desir con: en este día?.
Toro: Desde tiempos inmemorables, cuando aun se derramaba la sangre de mis antepasados para insuflar vida al sol, ya la Diosa nos concedió la gracia.
Torero: Entonses, ¿Porqué no desís nunca na?.
Toro: Os habéis civilizado. Ya no sabéis porqué toreáis.
Torero: ¡Ezo zí que no!. Er toreo e una danza, la definitiva, el riesgo con er donaire, la dignidad con er dominio.
Toro: Fue un humano quien aseguró: la corrida no es una diversión, sino algo tremendamente serio, ese espectáculo no divierte a nadie, pero interesa y opina a muchos.
Torero: Entonses, no e un entretenimiento.
Toro: Vamos a ver. ¿Recuerdas como te has vestido?.
Torero: Poj claro, Como siempre, tal y como m’enseñaron.
Toro: Eso es. ¿Y recuerdas cómo saliste al ruedo en la última corrida?.
Torero: Evidentemente, to en zu sitio, como siempre.
Toro: ¿Recuerdas la alternativa?.
Torero: Ezo no se pué orvidar. Cada uno en su lugá, con zu quehacé, to mu estudiao.
Toro: Así es. Nada al azar, eso es así porque es una iniciación, tú te convertiste en maestro. Recibiste la transmisión de poderes, pasaste a ser de una casta inaccesible. Sólo tú puedes llevar oro en el traje.
Torero: ¿Porqué me cuentas a mí esto?.
Toro: A tu manera eres el mejor en muchos años.
Torero: ¿Qué quieres desir?.
Toro: Los mansos nos cuentan las corridas. Escapas del enviste cuando notas el aliento, te niegas a que nos afeiten…
Torero: Ezo e porque no me gustan las trampas. Disen los afisionaos con solera que sólo manda en er toro quien consigue burlarlo con las zapatillas plantás a la sombra los pitones. Yo considero que la bestia debe tener toa su cornamenta.
Toro: Bien por ti. El afeitado hace que dejemos de ser físicamente perfectos. Y no nos llames bestias. El día de la corrida somos Dioses.
Torero: ¿Dioses que mueren en la arena?.
Toro: ¡No!. Dioses que mueren en el templo.
Torero: ¿La plasa e un templo?.
Toro: Ciertamente, un lugar donde se sacrifican Dioses. Incluso en las catedrales se ha toreado.
Torero: Entonses. ¿Qué quieres?. Debo negarme a toreá. Dar la razón a los que dicen que se martrata a los animales.
Toro: Sus intenciones son buenas, pero confunden el maltrato con la necesidad.
Torero: Disen que no se pué hacer esto en Europa.
Toro: ¡Ja!, Europa. Sabes, Europa fue la mujer poseída por Júpiter convertido en toro. Me dais lástima los humanos, olvidáis vuestro pasado.
Torero: ¿Qué pasado?.
Toro: De siempre, el humano nos ha sacrificado jugándose la vida. Desde el neolítico hasta hoy. Sin olvidar tus antepasados iberos. Cuando dices: que Dios reparta suerte. ¿A qué Dios te refieres?.
Torero: Al único.
Toro: ¡Ah!. Pero a nosotros siempre se nos ha sacrificado, sólo los Dioses cambian. Primero fue la Diosa, después otros. Los reyes de la confederación atlante lo hacían personalmente para redimirse de sus pecados frente a Poseidón. Mitra en persona sacrificó a uno de los míos porque se negó a ser domado, su carne se convirtió en trigo y su sangre en vino. ¿Te suena?.
Torero: Ozas compararte a Jezucristo.
Toro: No me comparo. ¡Soy!. Hoy seré un Dios sacrificado.
Torero: Los Diozes no se sacrifican.
Toro: Al contrario. Es lo mismo que tu Jesucristo. Es necesario asesinar a los Dioses para que los hombres puedan vivir.
Torero: De toas maneras. Yo ahora no podría matarte.
Toro: Eso si que no. Debes prometerme que echarás los restos. Qué será la faena de tu vida. Tú, el maestro, el torero, el matador de Dioses.
Torero: Si no te mato, vivirás.
Toro: ¿Vivir para qué?. ¿Puede vivir una oruga sabiendo que no se transformará en mariposa?.
Torero: Cí.
Toro: Claro que sí. Pero después de muchos años de vivir en el prado y morir de viejo en un matadero donde antes me dormirán. ¿No desearé cambiar todo ese tiempo por salir al templo?. Ovacionado, respetado, querido y temido por todos, donde daría mi vida mortal para que el ciclo se acabe. Regando con mi sangre la tierra para que beba como si de vino se tratara. Morir como he vivido. Con dignidad, con valor y con sufrimiento. Como me corresponde. (suena llamada).
Torero: Tienes razón. La muerte no es el fin. (Se gira y avanza unos pasos, se vuelve) Te saludo, Tenebrosso, Dios astado.
Toro: Te saludo matador de Dioses. (Se aleja el torero). Que Dios reparta suerte.
Fin

No voy a defender que sea una “fiesta nacional”, entre otras cosas porque a mí España no me pierde el sueño. Tampoco voy a defender que sin corridas no existiría el Toro bravo, porque si una cosa hace bien el ser humano, es extinguir especies todos los días. Ni siquiera diré que es un arte, desde la cría de bonsáis a las esculturas de hielo tenemos arte donde escoger.

Yo defiendo las corridas de toros (bien hechas), porque nos recuerdan que somos perecederos, pero que hay algo más grande que la vida y que la muerte sólo es un paso más. Un paso necesario e inexcusable que tiene la extraña virtud de no tener excepciones a la regla de que: nadie desea que todo finalice con la muerte.

sábado, 6 de junio de 2009

EL TOPO

Nunca hay tiempo para nada que no sea la rutina, aunque suena a excusa, y muy probablemente sea verdad, siempre me decía a mi mismo: el día que esté en paro acabaré la novela, me pondré en forma con un poco de ejercicio, sacaré del huerto hasta petróleo y no sé cuantas promesas más. Lo curioso de todo esto es que siempre he sido fiel a mi palabra, lo que puedo asegurar sin embargo, es que a mí, sí me falto a la palabra dada, después de trece años por fin saboreo los frutos del paro, cobro sin trabajar, y eso sin ser rico ni funcionario. Poco es lo que he hecho en tres meses de mamar de la teta del gobierno, bueno, con una excepción, al huerto si le he metido mano.

Veinte metros cuadrados de tierra, como el salón de un piso normalito, o tres cuartos de piso de los necesarios según el gobierno para las nuevas familias, o la mitad del cuarto de baño de cualquier vecino según los anunciantes de limpiadores de azulejos, que no sé en qué país viven.

Muchas horas de trabajo al sol, lo labré a conciencia, le saqué las malas hierbas, lo aplané, preparé los surcos y planté de todo: cebollas, lechugas, escarolas, habas, calabacines… ¡un primor!, todo regadito. Un dineral me costó cambiar la reja y hasta puse flores en la entrada, esplendoroso.

La primera sorpresa fue una planta de acelgas que estaba mustia cuando el día anterior decía cómeme, pensé que había enfermado y no le di mayor importancia. Al día siguiente, la que parecía enferma era su hermana y la primera se me quedó en la mano al cogerla, ¡no tenía raíces!. Topos.

A decir verdad, a mi las acelgas me la traen algo así como muy floja, siempre las he encontrado insípidas, además, ¡que carajo!, el campo está lleno, así que cuando me piden, sólo tengo que apartarme cien metros del camino y recoger todas las que quiera.

Lo que ocurrió, es que el maldito topo, después de cepillarse en tiempo record las acelgas le metió mano, en este caso hocico, a las escarolas y eso me tocó los…, bueno, que ya no me hacía gracia. Así que pedí consejo, porqué yo de mi trabajo lo que queráis, pero del huerto, como que no. El amigo Amadeo me dijo que regara, que no les gusta el agua, pues el agua no sé, pero de cebollas y escarolas no dejó ni una pasado quince días. Y yo venga regar, hasta que después de una regada donde el agua se iba toda por los agujeros me dije: o está nadando o ha puesto una alfarería con tanto barro, así que yo, todo ufano, sabiéndome más grande y fuerte que esa rata subterránea me adentré en mis dominios, o sea, en mi huerto.

Para mi sorpresa, el suelo cedió a mis pies hasta la altura aproximada de mis atributos, que por suerte y debido a la poca velocidad del hundimiento no quedaron a la francesa, es decir: rotos, batidos y escaldados. En ese instante me volví por unos momentos católico, por lo menos en recuerdo; recuerdo haber mencionado la virgen con adorno, a San Pedro y a San Apapurcio, mi favorito para estas ocasiones tan especiales.

Llegados a este punto, como ustedes entenderán ya era personal, porque, que te coma las plantas, pase, que vayas a recoger un ajo porro y descubras que el muy cabrito, perdón, que el muy topo se lo ha comido entero, que ha subido por el tallo hasta arriba, pase, pero tirarse toda la tarde del domingo limpiando el coche de barro, te da mucho tiempo para pensar en venganza.

Pensé en clavarle astillas, en asarlo a fuego lento, en ahorcarlo, hasta en meterle una bengala por el culo y encenderla, pero todas aquellas intenciones que me dibujaban una sonrisa maquiavélica, tenían una pequeña dificultad: pillarlo vivo.

Dada la complejidad de aprisionarlo, pasé a las enseñanzas de Pius Font i Quer, el cual indicaba que la Datura, conocida por estos lares como “Estramoni”, es mano de santo para los topos, la planta no les gusta a estos insaciables roedores, ¡y es verdad!, lo comprobé cuando las puse y crecieron hasta el metro de altura, efectivamente no les gusta, vaya, que no las tocó, ahora bien, las raíces de las habas y de los calabacines debía ser para él como “nouveau cuisine”, porqué no dejó ni el agujero.

Por las noches soñaba con el bicho que se reía de mí, en mi huerto, comiéndose mis lechugas que plantaba. Nada que hacer, estaba resignado como un Napoleón cualquiera a punto de firmar la rendición y asumir su retiro a la seguridad del asfalto, dejando la tierra a personas más avezadas en eso de sacar frutos a la madre naturaleza.

Así que ya sin escarolas, ni habas, ni calabacines, ni cebollas, ni dignidad y con mi autoestima por los suelos por el fracaso de mi último intento. El cual consistió en atrapar una serpiente verde y dejarla suelta en el huerto, pero este plan tenía un pequeño fallo, mi vecino de huerto y amigo Amadeo no soporta las bichas, así que en cuanto la vio, la bautizó con la azada y toda su fuerza…, descanse en paz. Como iba diciendo, decidí regar las cuatro lechugas, las tomateras y los pimientos con la esperanza que el topo las narices no le gustara el nuevo menú. Y última sorpresa, nadando entre el cauce del riego: el topo. ¡Joputa! Ya eres mío, pensé, o quizás lo gritara, es igual, todas aquellas pesadillas, todas aquellas plantas que dieron su vida, todas aquellas horas arrodillado sacando gramalla y giba, por fin tuvieron razón de ser: la venganza.

Cogí a la bestia con dos dedos por detrás, como se hace con los gatos, primera decepción, era pequeño como un ratón de esos blancos que crían los niños. A estas alturas, ya me había imaginado un topo-rata de tamaño “guinness” de los records, con dientes afilados y espuma en la boca, y en vez de eso, tenía ante las manos una versión del topo Gigio con ojos negritos, empapado y asustado, los grititos que emitía de ayuda me acabaron de robar el corazón, se acabó la venganza antes de comenzar.

Lo salvé de un colega de huerto que insistía en espachurrarlo contra el suelo a fin de que no pudiera hacer más la puñeta, lo llevé a casa, allí no se daba crédito, mi hija le hizo una foto porque era muy bonito, mi mujer: que parece mentira la que he liado por un animalito tan lindo y pequeño, esto último de pequeño remarcándolo y hundiéndome de paso en la miseria, y el niño pequeño cogiéndolo entre sus manos y acariciándolo como si de un Hámster cualquiera se tratara.

En fin, que tuve que ir con el niño a dejarlo libre en el campo cerca de casa, ante el disgusto del pequeño, que no entendía por qué no nos lo podíamos quedar. Después subí a casa y me reconforté pensando que no siempre gana el más grande ni el más fuerte, y dejemos lo del más inteligente porque aun no me he recuperado anímicamente, entonces es cuando volvió mi mujercita a la carga:

- ¿Qué? –me dijo- ¿Cómo lo has pillado?.
- En el riego –le contesté-.
- si que va a ser del riego, sí. -respondió ella mirándome-.

lunes, 27 de abril de 2009

ROSA ROSITA


¡Hay Rosa Rosita!, que tengo triste el corazón.
I això?, no ho diguis, que sempre hi ha solució.
Pero es que yo estoy como el batallón que la mierda engulló.
Diguem el pesar del teu cor, i veuràs com trobarem en la amistat la claror.
Muchas penas me afligen y no encuentro el remedio para los sufrimientos.
Diguem dons, la primera que t’oprimeix la ànima i amb paraules, ¡l’enviaré a la mort!.
La academia no me gusta y no estudio con vigor, sólo bailo y bailo sin fin para los duendecillos verdes esquivos, que me miran escondidos entre las plantas y me ven feliz mientras danzo.
Et contaré l’historia de Maria i la seva cançó, també feia el que li agradava amb constància i alegria, i així va ser feliç.
¡Que bien Rosa Rosita!, con tenacidad la María a su alborozo se abandonó y la ilusión abrazó.
Com la Maria, tu també pots amb el teu art enlluernar.
Pero, ¡hay Rosa Rosita, ¿y mi corazón?.
¿Què tens amic al cor?, ¿potser no impulsa la sang a la resta del cos?.
Dejará de latir por un amor que una vez vi, y que no puedo encontrar por mucho rebuscar.
Bategarà sempre amb el record, igual que la lluna sempre surt sense atrapar el sol.
¿Y qué tiene que ver la Luna con este desamor?.
T’explicaré l’historia de la “Luna Lunita” que mai veu el sol.
¡Hay Rosa Rosita!, veo que mi tristeza no es la única y hasta mi satélite padece males del corazón.
El món, la lluna i fins i tot el sol, tenen penes d’amor. Tu, amic meu les superaràs amb el meu consol.
Gracias Rosa Rosita, aunque mi mejor amigo me escucha y no sabe de pasión, sólo mira sin ilusión.
¡Conta’m coses del teu amic!, ¿Qui és que no et contesta quan li obres el cor?.
Es un oso de peluche que siempre tuve en mi habitación, y triste es que de mi vida sea lo mejor.
¡No “pasa” res, amic meu!, jo no t’he parlat de la meva nineta estimada, que a les nits encara escolta la meva xerrada. I també de la Ramona i la seva cassola, que en vida i mort la va acompanyar.
Me dejas tranquilo, pues los loqueros pensaba visitar, pero aún no puedo descansar.
¿I Dons?, ¿encara més penes he de curar?.
¡Hay Rosa Rosita!, que soy yo quien lo hace mal.
¿Què fas, què embruta el teu esperit i no es pot rentar?.
La envidia es mi pecado y eso no se puede cambiar, tengo un conocido rico que todo lo que quiere le dan.
La vida et pot ensenyar, jo tenia una amiga que engolia bombons sense parar i mai els vaig poder tastar.
¿Y qué hiciste?, Rosa Rosita para matar el malestar.
Aquesta és la història de la favorita del mestre i els bombons màgics que a la seva amiga mai no em va donar.
¡Hay Rosa Rosita!, sólo una cosa me queda por dar, un beso por cada ciclo solar.
¿I a qui els donaràs?.
A mi amiga del corazón que sesenta ha visto acabar, que con cuentos que no son cuentos me fortalece el amor. Sólo temo que no la encuentre cuando la llame. ¡Hay Rosa Rosita!, ¿cómo te he de llamar para que me oigas?.
No més has de cridar: Homaneta verda ¿Que hi ets?...

Para ver las historias de esta narración entra en cuentosquenosoncuentos.


jueves, 2 de abril de 2009

UNA DE JUTGES


Cas: la mare porta una bona estona renyint al nen de vuit anys per que no fa els deures del col·legi, la criatura s’enfada i la engega, després li llança una espardenya i es tanca al lavabo. La mare entra encesa i li fot un clatellot (amb tanta mala sort, que es va donar un copet i va sagnar una miqueta). Fins aquí, res que no hagi passat a gairebé qualsevol casa d’aquest país. El normal, és que la cosa acabi aquí. Tret que hi hagi un maltractament habitual del nen (que no era el cas),i acaba per que les famílies s’estimen tot i aquestes esbatussades entre pares i fills. Però vet a aquí que el mestre de l’escola el porta al metge (tot i que les lesions no eren importants) i es fa una denuncia de maltractament. He de dir que la actuació del mestre i del doctor és la apropiada, donat que tractant-se d’un nen sempre és millor assegurar-se. Això arriba a un jutge (no sé si amb fills) que va dictaminar en un judici: quaranta-cinc dies de presó per a la mare i un any d’allunyament del seu fill.

Quan és fan les Lleis, s’hauria de tenir en compte que un jutge les pot arribar a utilitzar, suposadament per protegir a algú, en aquest cas parlo de defensar la integritat física dels nens. Crec sincerament que és veritat, als nens no se’ls ha de picar, però pot ser, es fa un gra massa quan confonem un clatellot amb una pallissa. De partida, estic segur que li va fer més mal a la mare quan el va picar que no pas al nen. D’altra banda no tots els nens reaccionen de la mateixa manera, hi han que només renyar-los es frenen i rumien sobre el que han fet malament, d’altres no. La sentència estableix que el nen es problemàtic (no faré comentaris, tothom sap que vol dir això) però que el càstig físic no està permès. Llegint això, el primer pensament que se te’n creua pel cap es posar-se com a pare d’una criatura “problemàtica”, a la qual intentes castigar per portar-se malament, però clar, com que no fa cas, perquè hauria de complir el càstig; per exemple: sense ordinador, resposta: que t’ho creus. I si un dia et tira una sabata i no fas res, que li impedirà un altre dia tirar-te un got o clavar-te un ganivet.

Un altre cas: el menor (sense carnet de conduir, evidentment) agafa el cotxe del pare, atropella a uns quans vianants i mata a una noia de catorze anys, segons la sentència no passa res, per que seria contraproduent “castigar-lo”. Suposo que no ha demanat la opinió dels pares de la noia morta, ni dels que va deixar coixos.

Crec que els jutges s’estan equivocant quan fan aquestes sentències. Es prioritari protegir als nens, i això no ha de canviar mai. Però també s’ha de protegir a la futura societat del nens d’avui, i dic això per que em faig un parell de pregunta: ¿Què ensenyem als nens quan alcen la mà en contra dels seus pares i no els podem castigar?, ¿Què ensenyem als nois quan agafen un vehicle sense permís, atropellen i maten a d’altres persones i es troben amb la impunitat judicial?.

Espero que aquestes sentències i d’altres semblants no estiguin creant monstres, ja he escoltat històries de menors en aquest sentit, respostes com ara: no em toquis que et denuncio.

Acabo: picar a un nen no ha de ser un recurs, però entenc que de vegades –i segons el nen- un clatellot a temps estalvia mals majors, com ara enterrar una nena de catorze anys o criar carn de presó.

EL SETRILL


Qualsevol temps passat es millor. Aquesta afirmació no sempre és certa, tan mateix, un avi com jo només pot fer passar el temps recordant-se del ahir. Escolteu sis plau la meva història. Ja sé que teniu coses millors a fer, però que voleu, jo no en tinc de nets propis. Vaig néixer, si es pot dir així, fa un munt d’anys. Mon pare em va vendre per dos conills, tres dotzena d’ous i un pernil curat. Us ven asseguro que va ser un preu desorbitat. Però que he de dir, jo, era la nineta dels seus ulls. Recordo que va deixar anar una llàgrima quan se’n van emportar.

El Joan, va ser qui em va duu a casa seva. Volia un regal d’allò més maco per la Montserrat, la seva dona. Així que el dia del seu aniversari va entestar-se a fer el sopar. Unes torrades amb pernil. Quan la mestressa li va demanar l’oli per sucar la torrada, en comptes de la vella gerra de fang plena, em va treure a mi. El mateix Joan havia aixafat arbequines per omplir-me d’or líquid. Va ser el moment més emocionant de la meva existència. La Montserrat mai havia vist un setrill de vidre, tot i que n’havia sentit a parlar. Tan mateix, a les contrades, cap de les seves amistats, ni tan sols de les conegudes d’església, en tenia un com jo. Allò em convertia en poc menys que un tresor. L’endemà, la Montserrat es va dirigir cap el poble a comprar-me un plat d’argila. ¡Que en feia de goig!. Era un plat amb flors dibuixades amb molta cura. El Joan no és va enfadar, ven al contrari. Tot i que era una despesa supèrflua, la trobà ven encertada. Ell mateix va anar als boscos del est a agafar una mica de suro. Aquell mateix vespre em van engalanar amb un tap fet amb molta estima. Del mateix amor que se’n tenien la Montserrat i el Joan.

Sempre vaig conservar el mateix suro. Durant mols anys, cada vespre els acompanyava el sopar. Primer a tots dos sols. Desprès a la Maria, el Francesc i el Jordi, ses fills. En Joan va morir lluitant a la guerra del Francès, el seu cos va quedar al lloc. A partir de les hores, la Montserrat va vestir sempre de negre. Sempre callada, sempre malenconiosa. El Jordi va fer un petit cenotafi al darrere de la casa. A dintre van posar les pertinences més estimades del Joan. Entre elles la barretina de festa, la pipa i un ullal de porc senglar, que ell va matar quan era jove. El capellà del poble, al final d’un estira i arronsa, es va avenir a fer una missa de difunts a la casa. Es veu que no volia que fiquessin cap estri a dintre del taüt. Deia no sé que, de sacrilegi.

El cas, és que la Montserrat va tornar a somriure. Ningú sap, ni tan sols jo, si va ser per la missa o per la arribada dels primers nets. Fos com fos, va tornar a fer-se càrrec de la casa. Si més no, del que la seva jove la deixa fer. La Neus, era la muller del Francesc i era una dona dominant. Per la seva banda, la Montserrat la deixava fer. Era conscient que s’estimaven, i per ella, era el més important. Així que la ajudava a fer les feines de la casa, però sobre tot, feia d’àvia. Cada vespre sopava sola. Em reclamava i s’anava al darrera de la casa, de vegades per amanir un enciam, de vegades només per rajà oli a un bocí de pa. El Francesc, li va fer un cobert amb un petit foc a terra per que no agafés fred a l’hivern.

Era primavera. La Montserrat estava asseguda a sota del cobert. Va tombar-me al damunt de una llesca de pa torrat amb una forta olor d’all. Jo vaig deixar anar el fluid, com sempre. Va ficar-me al meu plat, el que em va comprar feia més de cinquanta anys. I es va quedar adormida, recolzada a la taula. Si més no, això creia. Al matí, el Francesc la va trobar. Tenia els ulls oberts. Em mirava. Una gota d’oli es va escapolir del galet. El Francesc ho va veure. És igual, ¿no creureu també vosaltres que un setrill és capaç de plorar?.

Ara el cenotafi, per fi, es una tomba. Jo faig companyia a la Montserrat. Em van ficar ple d’oli al costat d’un pa, que els cucs ràpidament van fer via. No penseu pas que es un lloc trist per acabar. Enteneu-me, ¿a qui no li agradaria terminar al costat de la persona que més l’ha estimat?.

VIOLENCIA DE GÉNERO


Escrito publicado a raiz de la aprobación de la Ley de Violencia de Género


Parecía imposible en este país en el que cada cual se autodefine nacionalista, centrista, comunista, socialista, republicano, monárquico y si me apuran aún quedan de los anarquistas y los de una grande y libre. Pues todos ellos van y se ponen de acuerdo y me aprueban por unanimidad la Ley contra la violencia de género, entonces aquí el abajo firmante se la mira, remira y dice que NO. Ahora no me malinterpreten todas las personas que puedan sentirse aludidas, yo soy el primero en afirmar que se debía haber tomado soluciones a la violencia doméstica mucho antes, pues para mí, la violencia no es jamás un recurso. Cuando una digamos “persona” utiliza su fuerza física o su mala leche sicológica para anular a su pareja, pido y exijo que todo el peso de la justicia –que no de la Ley- caiga encima suya. Es mediante el respeto que una unidad familiar puede avanzar y evolucionar. En tal caso, dirán ustedes, a que digo NO. Observen atentamente de que estoy hablando “Violencia de Género” es decir, de un sexo hacia el otro, algunos más recatados hablan de “Violencia Doméstica” es decir, dentro del hogar. Pues bien, si hablamos de violencia de sexos o violencia en el hogar, ¿porqué se excluye a los hombres de la Ley?, que irrumpa en voz alta aquel que no conozca un caso donde el humillado, donde el maltratado, donde el ofendido y en definitiva donde la víctima del hogar, la víctima de la violencia de género sea un hombre.

He leído excusas tan brillantes como que el 90% de las denuncias son puestas por mujeres, he aquí un razonamiento, excluyamos de sus derechos a todos los que no estén dentro del 90%, esto es: homosexuales, minusválidos, negros -perdón, personas de color-, mormones, etc. Mientras escribo este alegato, tengo en la mesa una copia de la constitución española, -para sorpresa de alguno/a, afirmo que la he leído- paso a transcribir: Aprobada por las Cortes el 31 de octubre de 1978, Capítulo segundo “Derechos y libertades” Artículo 14. Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social.

Si la constitución nos dice que todos somos iguales, a que viene hacer una ley que discrimina al hombre respecto de la mujer, acaso ¿cuándo nos golpean, no sangramos?, ¿cuándo nos engañan, no entristecemos?, entonces si somos iguales, yo pido lo que es lógico, que la ley proteja al más débil, independientemente de su sexo. La mujer maltratada tiene a su disposición un sueldo, una casa de acogida y el apoyo de la sociedad. El minoritario hombre maltratado debe marcharse sin tener a donde ir, sin recursos y escarnio de otro machos ibéricos que no entienden que a veces es el marido la persona débil.

Debemos tener en cuenta las posibles consecuencias de nuestros actos como sociedad en los jóvenes, se ha detectado que es la mujer la que se decide por el divorcio a la primera discusión. La ley protege la mujer en caso de divorcio, otorgándole la casa, el contenido y la custodia de los niños, bienes que en muchos casos son aportados por el marido al matrimonio. ¿No estaremos creando monstruos?, hoy en día los hombres jóvenes son reacios al matrimonio, ¿hay alguien que se sorprenda?. Yo sólo pido que se estudien los casos individualizadamente, y que se tomen soluciones adecuadas a cada caso, de lo contrario, dentro de poco deberemos pedir perdón por llevar el estigma de ser varones.

El sallentino siempre ha luchado por sus ideales y por la igualdad, fue un hombre de este pueblo el primero que consiguió tener una paga de viudedad, algo hoy en día habitual, pero que no se otorgó hasta que este individuo anónimo luchó por lo que creyó una desigualdad. Son personas como ella las que hacen que la sociedad evolucione hacia mejor, eliminando barreras discriminatorias.

Quiero concluir con una exposición simple de lo que pienso, punto uno: La violencia física o síquica no es jamás justificable. Punto dos: Es la educación de padres y de la sociedad la que debe encaminarnos a una igualdad entre hombre y mujer en todos los aspectos. Punto tres: Las leyes -y la justicia- deben estar en consonancia con estos principios. Punto cuatro: Todos los individuos –como yo ahora- tienen derecho a expresar su opinión sin miedo a represalias. Conclusión final: sólo pido que esta ley, defienda también a los hombres maltratados en las mismas condiciones que lo hace con la mujer.

ANTOLÍN

Era un día de verano, estaba viendo obras por la Anoia, en una zona donde la cobertura del móvil depende de cinco metros. En un desplazamiento oí el inconfundible pitido que me indica que tengo mensajes, lo saqué del bolsillo y lo miré, me sorprendí y asusté, quince mensajes en catorce minutos. Tenía a mi compañero de vacaciones y sospechaba que tantas llamadas sólo podían tener un significado: un accidente muy grave. Llamé al 123 y mis temores se confirmaron, uno de los mandos más importantes de la empresa dejó el primer mensaje: Juan Manuel, llámame inmediatamente, ha habido un accidente.

No debía decir más, de ser un accidente leve, como un hueso roto o algo menos estridente sólo habría una o dos llamadas, tres a lo sumo. Busqué un lugar elevado desde donde llamar, las rayas de cobertura se iluminaron totalmente y telefoneé. No tenía que decir nada, mi número está en la memoria de todos los mandos. -Hola Juan Manuel – el saludo ya me informaba, en vez de buenos días, un frío hola. –Ha ocurrido un accidente eléctrico-. Pude meter baza. -¿Quién?. Respuesta seca – Antolín-. -¿Cómo está?- hice la pregunta con el corazón en un puño, el operario es de trabajos en alta tensión y una gran persona.- Se lo ha llevado la ambulancia-. Respiré algo mejor, una ambulancia era indicio de que seguía vivo, después más explicaciones, más llamadas, debía ir a buscar a Gloria su hija al trabajo e informarla.

Por fin localice la tienda donde trabaja, está en Manresa a unos 50 Km. de donde me encontraba cuando me enteré, nadie había querido informar a la familia, me tocaba a mí, como siempre. Entré en la tienda y pregunté por ella, me presenté y se lo comuniqué de manera escueta, impersonal: -tu padre a tenido un accidente y está en el hospital-, palideció, parecía que le fallarían las piernas pero aguantó, es una chica dura, como su padre. Cogió el bolso, le indiqué que yo la llevaría, no es cuestión de que cogiera su coche, subió al vehículo; despertó del shock y ahora comenzaba la batería de preguntas, muchas de las cuales yo mismo me hacía: -¿Cómo está?, ¿Qué ha pasado?, ¿está bien?-. Yo no tenía las respuestas, ni nadie de la empresa, sólo los médicos que habían atendido a Antolín desde que lo bajaron de la torre de alta tensión y se lo llevaron vivo, las desconocía pero intenté calmarla: -Que se lo haya llevado la ambulancia es malo, que esté en Manresa es bueno-.

Llegamos al hospital, dejé el coche en el aparcamiento y la ayudé a llegar, le temblaban las manos y aguantaba unas lágrimas que se adivinan en sus pupilas, no obstante, andaba firme, segura. Me descubrí ante su arrojo, su determinación, es pastada a Antolín. Nos plantamos delante del despacho del doctor, le informé una vez más: -lo que diga el doctor sólo es para ti, a mi me gustaría estar, pero tú decides-, ella asintió. Primera sorpresa, la doctora es una amiga mía, me preguntó si era mi padre y le expliqué los detalles, la doctora, como buen profesional le comentó una vez más que yo sólo puedo estar allí si ella lo autorizaba. Respondió con frases precisas, sin derrochar voz ni palabras inútiles, otra vez volvió a suscitarme asombro, donde la mayoría de personas llora ya y apenas balbucean monosílabos, ella demostró sus genes.

Se sentó, yo permanecí de pie a su lado, Montse, la doctora, nos hizo saber que ya no se encontraba allí, lo habían transportado a la “Vall d’Ebrón” en helicóptero, se me escapó una mueca, di gracias que Gloria no me hubiera podido ver, en este momento se escaparon las primeras lágrimas de una hija por su padre. Montse siguió explicando las curas que había realizado y de su estado que se resumía en: vivo pero grave. El siguiente paso era localizar a Sofía, su mujer. Inmediatamente me ofrecí para llamarla, para informarle. No fue necesario, ella decidió telefonearla, estaba en Manresa, la recogimos. Enseguida comprobé que es más afectable, aunque era previsible. En el vehículo, por fin ambas se descargaron de la tensión acumulada, aunque era increíble ver la entereza de Gloria consolando a su madre.

Los días siguientes fueron de una angustia humana indescriptible, la vida de Antolín pendiente de que la hiladora acabara de sesgar aquel hilo de vida dañado al que se aferraba: quemaduras internas y externas, afecciones de órganos imprescindibles para la vida, amputación del brazo y por encima de todo… la esperanza. Su mujer, sus hijas, rezando todo el tiempo, robándole horas al día para seguir suplicando al todopoderoso. Se sucedieron mis visitas a la familia, comidas en el lúgubre restaurante del hospital, infundando ánimos a Sofía, consolando a la pequeña y diciéndome a mí mismo que hoy era el día, que hoy despertaría y que los médicos sonreirían para decir que estaba fuera de peligro; otra vez el anhelo, la fe en su fortaleza, en la de su familia, en la de sus amigos, entre los quería encontrarme. Y allí me plantaba horas con Sofía, largas charlas escuchándola mientras esperábamos la salida del médico, hablaba de Antolín, su Antolín, el nuestro. Conocí mucho más de él en esas guardias que hacíamos juntos, de su afición a la pesca, de su amor por las niñas, de sus ganas de vivir.

El accidente le arrebató un brazo, le dañó el hígado, los riñones, la piel, los músculos, pero no mermó su valor, su determinación, su cariño. Las quemaduras internas hicieron que sus órganos se hincharan, pero su corazón ya era grande antes del accidente, cuando despertó se deshizo por tranquilizar a todos, especialmente a su familia. Antolín es de una casta de personas que sólo conoces en los libros, los llaman héroes y yo lo conocí y marcó mi destino.

Seguimos en contacto todo el tiempo que estuvo de baja y aún después, coincidimos varias veces. En una ocasión, cuando ya había salido del hospital, me miró y me dijo: -gracias por todo-. Él no lo supo jamás, pero fue el momento culminante de mi carrera, donde supe que realmente mi trabajo era apreciado.

NO AL RECICLAJE

Aquí el abajo firmante a reciclado desde siempre, que no es una cosa nueva. Lo que ocurre es que ahora me han hecho cambiar de opinión, y es que una cosa es que tu lo hagas, aún a sabiendas que te cuesta dinero, y otra es que te chuleen. El pasado día diez fui como humilde borreguito al matadero -perdón al lugar de entrega- a recoger el cubito para el orgánico. Pues como digo, fui con mi mejor sonrisa para encontrarme a una señorita (dudo que tuviera 18 añitos) que me dice que debo recibir una clase de quince minutos, que me va a enseñar a reciclar -podría enseñar a su padre a hacer hijos-, le digo que ya sé de que va, y que haga favor de darme el cubito. Se negó. Bien, pues entonces es cuando de verdad me planteé el reciclaje.

Primero fue el contenedor de vidrio, venga separar vidrio. Después el papel y el cartón, venga, que no se diga. El tercero fue las latas. Total que ahora en toda cocina de buen vecino hay separador de pilas, el contenedor de las latas y envases, el del cristal, el de papeles y cartones, el del aceite usado y por su puesto el no va más, ¡tachán! el del orgánico, eso sin menoscabo del de toda la vida, porque hay cosas que no sabemos donde meter –bueno, si lo sabemos pero no se puede decir-, y encima cada año suben la basura.

Cuando yo era un chaval (hace veintipico treinta años) en casa no se tiraba ni un cristal, esto era porque el camión del repartidor pasaba una vez a la semana a reponer existencias, y los envases eran recuperables (cerveza, agua, leche, gaseosa, sifón, trinaranjus, cocacolas...). Bueno, sin hablar de las botellas de cava, el uno de enero íbamos los chavales de casa en casa a recogerlas, porque el trapero -aquel señor que iba con el carro recogiendo periódicos, revistas, plomo, cobre, etc- las pagaba a pela. Uno se daba un paseo por las calles y no veía deshechos, ¡los bosques como una patena!. Ahora vas a buscar setas y las más vistas son: el “cocacola llaunus” y el “botellus cervezorum” porque si es pesado reciclar en casa, ya no te digo en el campo. Y entonces se pasó del envase reutilizable al envase reciclable, total que ahora en una semana genero más vidrio que antes en un año, y ¿Porqué?. Por pasta, por la pela.

Me explico: Compra uno el envase -porque se lo cobran, igual que antes, pero después te lo abonaban- cuando gastas el contenido, lo almacenas en casa hasta que ya no te caben más, entonces lo llevas al contenedor –contenedores pagados con nuestros impuestos- lo transportan –empresas subvencionadas con nuestros impuestos- lo recuperan y te lo vuelven a vender. Ahorrándose el trabajo, ya que se lo hacemos nosotros, negocio redondo. Y encima cada año suben la basura.

Aún a sabiendas de esto, reciclamos –es que tenemos una vena masoquista- y lo aceptamos. La naturaleza y todo eso, ya saben. El tratado de Kioto –ese que los USA no cumplen, ni los españolitos, no crean- la madre naturaleza. Lo que en verdad me fastidia es que una niñata -van dos que lo digo- me chuleé, porque yo ya reciclaba antes que ella naciera, y lo molesto, no es que me obligara a ver el video (que no lo vi), es que sólo se lo hacía ver a quien quería, desconozco el criterio que usaba.

Antes, cada cuanto, tocaba sábado de limpieza. La señora María sacaba todos los trastos viejos y llamaba al trapero que venía a buscarlos enseguida –y a veces, hasta pagaba-. Ahora seleccionas el material y lo llevas en tu coche a la planta de reciclaje, donde te fichan –será para poderte cobrar más en el recibo de la basura- y encima les has de dar las gracias. Una vez se me ocurrió la brillante idea –para que vean que yo también peco de ingenuo- de llamar por que el contenedor estaba lleno, en verdad digo que es lo más parecido a una línea caliente –esa donde una señorita está al otro lado del teléfono según ella en ropa interior- y es que te cobran por la llamada –dos euros - y encima se olvidan de ti en cuanto cuelgas, eso si, se ahorran hasta la señorita, ya que te envían directamente a un contestador automático –para mí, que tienen convenio con telefónica- y encima cada año suben la basura.

Que no, que el reciclaje no es tan limpio, si no me creen, pásense por “El Pont de Vilomara (BCN)” y pregunten a sus vecinos, ellos podrán enseñarles el color amarillo adherido a sus casa del producto que están echando al aire los meapilas –perdón, los recuperapilas- de la fábrica allí puesta. Váyase usted a vivir al campo y respire el aire recuperado de las pilas, no sé si en el Pont de Vilomara también cada año suben la basura.

Así que hechas estas reflexiones, este exreciclador y ahora antireciclaje da recuerdos para la niñata -van tres que lo digo- y le agradezco el detalle de haberme hecho pensar. Después de haber tirado al contenedor normal, los seis kilos de pilas, el contenedor de latas –lleno- el contenedor de vidrio, la caja de las botellas vacías, la caja de reciclaje del papel y cartón y la botella de cinco litros del aceite viejo, me ha quedado la cocina es más grande – dos metros cuadrados, oigan- Por cierto, no sé si lo he comentado, el año que viene vuelve a subir la basura.

EL ÚLTIMO DE LOS LACETANOS


En la capital de los Lacetanos(Cogulló, Sallent) sobre el 195 a. C.

Las manos acariciaban la hoja con delicadeza mientras sus ojos estaban fijos en un punto del firmamento, no observaba al enemigo aunque estaba de guardia en lo alto de la muralla. Sabía con la certeza de un oráculo que los romanos no atacarían hasta el amanecer, ya que las hogueras de sus posiciones más avanzadas ardían con una fuerza que lo presagiaba, ellas mismas por si solas hubieran ocultado cualquier ataque sorpresa. Una voz femenina le habló desde sus espaldas.

- Jamás hubiese creído que viviría para ver al gran Rubrio. Jefe de los Brianes. Descuidando la guardia en la proximidad del ataque de las águilas.
- He reconocido tus andares Tessia, veo que tu tampoco puedes dormir.
- Sólo tú, de entre todos los Lacetanos me llamas así. Sabes que con mi iniciación pasé a ser Querkessia, la guardiana de las piedras sagradas.
- Sí, sí, ya sé -contestó el guerrero- nuera de la gran madre, unida en hierogamia al Toro sagrado y todos esos títulos.
- Ni la presencia de la muerte van a mejorar tus modales. Es igual -dijo la sacerdotisa- dentro de poco todos estaremos en el gran juicio. Pero dime, que miras tan ensimismado.

El hombre, con la falcata apoyada en sus piernas entrecruzadas en el suelo y sin dejar de mirar al cielo, alzó la mano derecha hasta extenderla en toda su envergadura, dejando al descubierto un brazo extremadamente musculoso y lleno de viejas cicatrices, y desplegando el dedo índice de su puño cerrado, señaló una estrella más antigua que el mundo. La vista de la mujer siguió el dedo y descubrió lo que enseñaba.

- Comprendo, estás rezando a nuestro padre, la estrella perro.
- No exactamente -contestó el Ibero bajando el brazo y mirándola por primera vez- me preguntaba que cuando los romanos nos hayan exterminado, ¿quién les rezará?.
- Vaya Rubrio, me sorprendes. No pensé jamás que alguien como tú pudiera ser tan profundo, esta va a ser con diferencia la respuesta más difícil de mi vida.
- ¿Y bien?, cual es el veredicto.

Ella aguantaba la mirada del vigía que la contemplaba en todo su esplendor. Sus cuarenta años no la mostraban como una mujer cansada y lastimosa como era de esperar. Su devoción la exculpó de cualquier trabajo físico y en consecuencia su cuerpo era esbelto y agradable. A través de su túnica granate cogida por una fíbula se semimostraban sus pechos turgentes. Sabía que él la observaba con atención y cuidado para no perderse detalles, incluidos los gestos. Le sonrió y le contestó.

- Tu lo has dicho, veredicto es la palabra. Cuando los pueblos mueren, también lo hacen sus dioses, así que me temo que seremos los últimos en compadecer ante su juicio.
- Así pues, cuando muera, y mi espíritu y mi alma y mi cuerpo sigan caminos distintos, ¿no se reunirá mi alma con padre perro y madre tierra?.
- Los dioses no mueren y desaparecen. Más bien copulan con los dioses recién llegados, para así engendrar una nueva progenie y traspasar de esta manera su chispa divina a las nuevas generaciones.
- ¿Cómo, cómo?,¿Lo puedes explicar de manera más sencilla?
- Sí, los dioses son como putas que se arriman al falo más generoso para sobrevivir, y hasta en dejarse dar por el culo consienten con tal de lograrlo.
- Entonces –dijo el soldado riendo- los dioses necesitaran mucha grasa para el ano, si es cierto lo que dicen los romanos del tamaño del pene de su Júpiter.

Las risas de ambos subieron de tono hasta convertirse en carcajadas, y a los dos les llegó a saltar las lágrimas. El resto de centinelas los miraron intranquilos, pero después, como si de un bostezo en una noche de vela se tratara, se corrió la risa por la muralla y al cabo de un instante, todos los defensores se revolcaban de risa sin saber bien de que, pero descargando toda la tensión acumulada durante los días de asedio. Poco a poco fueron recobrando el aliento. Rubrio se levantó del suelo y se acercó a la sacerdotisa, soltó la espada curva que lo denotaba como líder y con la maestría que da los años abrió la fíbula y apartó la túnica, está se deslizó por la espalda de ella mientras el hombre y la mujer se fundían en uno. Hicieron el amor con la pasión de dos adolescentes, pero al mismo tiempo con la serenidad que proporciona la experiencia. Al amanecer se produjo el ataque de las legiones romanas.

Al término de la batalla el propio Marco Porcio Catón escribiría una misiva al Cesar, he aquí un parágrafo rescatado:

Poco antes de producirse el ataque, los defensores asediados durante días se rieron de las tropas que iban a ser su segura destrucción. Ello provocó en los legionarios el miedo más atroz que jamás recuerdo en un ataque, incluso los que se saben vencidos no sienten tal pánico. El resultado fue atroz. Los Lacetanos diezmaron nuestro ejército aunque la proporción era de 100 a 1, no sé si conquistaremos Ibéria, lo que sí sé es que se tardarán centurias.

La isla


En uno de mis viajes visité una isla muy oscura, todo era sombrío y apagado. La tristeza era la única habitante. Cuando regresé al continente pregunté a un viejo color azul, estaba ya ajado por el paso del tiempo. Me miró y asintió, señaló un asiento y dijo –te lo contaré-.

Has de saber que aquella isla era la preferida de los Dioses, el sol brillaba incesantemente, la lluvia generosa hacía que toda la tierra estuviera exuberante, los colores verdes de las hojas estaban siempre adornados de los rojos, naranjas, el blanco y todos los demás de las flores y frutos, las fuentes, los riachuelos y el mar disponían de toda la gama de azules, el Marrón de la madre tierra era el más apreciado, el Gris era el único color discordante, ese era el color de las rocas donde nada crecía y por eso era mirado con recelo por el resto de colores, aun así, él era feliz, estaba rodeado de todos aquellos a los que apreciaba. Cada mes se reunían y discutían sobre los cambios que debían producirse en la isla: que convenían lilas en la dehesa, pues plantaban semillas; que si en la playa del palmeral hacía falta una arena más blanca, pues hablaban con el mar para que arrastrara arena de otro lugar.

Todos los colores eran felices y el que más, el Gris. Era consciente que no se le apreciaba, porque donde estaba dominaba el color, el nordeste de la isla estaba presidida por un acantilado gris, la cima de la montaña también era gris, y el camino del bosque estaba cercado por grandes rocas grises, pero él no podía hacer nada, no podía cambiar el color de la piedra, a lo sumo, en invierno dejaba posarse la nieve en la montaña para que dominara el blanco, o permitía que algún pequeño arbusto aprovechara un poco de tierra transportada por el viento para que entre resquicios enraizara solitario.

Lápiz era como en todos los lugares la élite, pues es el primero, el principal, antes de pintar, Lápiz dibuja, al acabar la reunión es quien escribe el acta, y todos, todos, aprenden a escribir con lápices, ellos son muy urbanos y por eso no vivía en la isla, sólo se trasladaba el día de la asamblea. Un aciago día encontraron una mina de carboncillo, material que los lápices aprecian mucho, así que en la siguiente reunión lo comentaron, de inmediato, don Lápiz quiso comenzar la extracción del tan preciado material, a los colores les estuvo bien, porque Lápiz era muy inteligente y siempre participaba en las decisiones de la isla.

Enseguida llegó a la isla una máquina que trituraba el material y lo cargaba en barcos para llevárselo a la ciudad, la zona inmediata a la extracción quedó ennegrecida y los colores se apagaron, aquello alarmó a los colores que en la siguiente reunión informaron a don Lápiz de su preocupación, pero Lápiz les aseguró que al acabar se limpiaría todo y quedaría incluso mejor que antes. Gris, que era el más antiguo de los colores dijo que la isla no necesitaba el carboncillo y que sería mejor cerrar la mina, Ocre y Coral protestaron inmediatamente, como osaba ese desgraciado a poner en duda la honorabilidad de don Lápiz. Gris enmudeció.

Con el paso del tiempo, el polvo de carbón se fue extendiendo más, en la parte cercana a la máquina ya no se apreciaba ningún color, sólo el oscuro del carboncillo. Las brigadas de limpieza que debían venir no acababan de llegar, pero claro está, don Lápiz es un referente, si no habían venido, alguna razón poderosa los habría detenido, cuando llegó el día de la asamblea los colores estaban más preocupados que nunca y preguntaron a Lápiz por la limpieza, él los tranquilizó, estaban terminando un lindo parque en otra mina que ya estaba cerrada y estaban siendo agasajados por todos los colores que allí vivían, y claro, tardaban un poco más, los colores parecieron quedarse satisfechos por la explicación, pero entonces Gris pidió la palabra, todos miraron con desconfianza, una vez se hizo el silencio propuso parar la extracción hasta que llegaran los limpiadores, muchos colores se escandalizaron de que aquel feo color quisiera detener los planes de don Lápiz, con lo bueno que siempre había sido, Trigo, Cobre y Ámbar se enfrentaron a Gris que volvió a callarse.

Durante tres semanas siguientes continuaron las extracciones, ahora la isla empezaba a notar los efectos del polvo de carboncillo en toda la isla, la arena parecía que tenía un vertido de petróleo, los árboles del bosque aparentaban estar tachados, la mayoría de la hierba y las flores habían perdido su esplendor y por primera vez desde que tenían recuerdo convocaron una tertulia sin la presencia de don Lápiz. Ahora todos estaban sinceramente preocupados, Añil y Celeste representaban a los azules que comentaban que las aguas eran turbias, Bermellón y Carmesí que representaban los rojos decían que las frutas antaño rojas, ahora estaban oscurecidas, Esmeralda y Jade que hablaban por los verdes decían que ya sólo estaban a salvo en lo profundo del bosque, tapados por los árboles, pero por poco tiempo, Oro y Limón que defendían los intereses de los amarillos informaban que ya ni el sol atravesaba el polvo del aire, también Ámbar y Ocre que representaban a los naranjas estaban infelices, ya que apenas quedaban flores con sus colores, Blanco había desaparecido y nadie sabía donde estaba.

Faltaban casi dos semanas para la próxima reunión y todos empezaron a buscar soluciones, Marrón no podía hablar ya que estaba enferma y nadie recordaba que un color hubiera jamás enfermado. Carmesí propuso que el sol calentara el agua del mar para que lloviera, pero el sol ya no llegaba con fuerza, Jade dijo que ellos podían comenzar a limpiar mientras llegaban los profesionales, pero era evidente que la suciedad avanzaría más rápidamente de lo que podía limpiarse. Una vez más Gris pidió la palabra, -esta isla siempre fue nuestro hogar, no el de Lápiz, debemos parar la máquina y obligar a Lápiz a que limpie la isla-. Las palabras resonaron en la reunión… paralizar las máquinas de don Lápiz, obligarlo. Ámbar y Ocre lo sacaron a empujones, mientras que de los ojos de Marrón se escapaban lágrimas que enseguida entendieron por el disgusto de las palabras dichas por Gris, aunque nadie lo supo a ciencia cierta. Gris no volvió a hablar y se fue a la cima de la montaña, el único lugar donde no podía llegar la podredumbre del carboncillo. Hay quien afirma que aun está allí, llorando por sus amigos y por la isla.

Me despedí de aquel azul ceniza y fui hasta la playa a contemplar de lejos la isla, el invierno estaba en su apogeo y comprobé que ni así había vuelto el blanco a la cima. Después pensé en la historia y comprendí que una buena idea o una buena intención en ocasiones se pierde o malinterpreta simplemente por quien la dice.


martes, 31 de marzo de 2009

Prevención (empresa contra administración)

El Señor Jotas Ces

Debemos considerar que el ser humano es libre y asume sus actos, ¿y cómo se sabe?, cualquier persona que es capaz de hacerse la pregunta ¿soy o no, responsable de mis actos? Automáticamente, lo es.

La empresa que contrata a un trabajador, admite su responsabilidad, es decir, le entrega el material, los EPI’s, la información y le explica el trabajo, los riesgos y las medidas a adoptar, en ocasiones incluso va más allá de lo estipulado por la ley, verbigracia: cursos especializados en riesgo eléctrico, formación complementaria…, cuando la persona (a partir de ahora, Sr. Jotas Ces) en función de su formación y cursos está capacitado, la empresa le autoriza, después de un tiempo y nuevos cursos y experiencia demostrada, se le cualifica según dicta el R.D. 614/2001 (Trabajos con riesgo eléctrico)

El gobierno hace algo similar con los carnés de conducir. Exige del conductor unos conocimientos mínimos del vehículo, normas y entorno, y mediante examen teórico y práctico le autoriza para conducir un vehículo, igual que la empresa, para un vehículo de mayor responsabilidad, exige experiencia previa en conducción.

A partir de aquí es cuando cambiamos la vara de medir y se exige a las empresas lo que no se obliga a la administración, todo y que ambos actúan de una manera similar.

Supongamos que el Sr. Jotas Ces como conductor incumple las normas de tráfico, por ejemplo: conduce bebido y se salta un semáforo en rojo, un guarda le para y actúa en consecuencia. La administración con el beneplácito de los jueces le sanciona económicamente, le retira puntos o incluso el carné de conducir y puede llegar a imputarlo penalmente. Como conductor puede recurrir, no obstante, sólo hará que retrasar lo inevitable, asumir la responsabilidad de sus actos.

El mismo Sr. Jotas Ces, un operario cualificado con mucha formación y experiencia demostrada, al cual se le ha entregado todos los medios de protección y trabajo, haciendo caso omiso de las indicaciones de la empresa, incumple una medida de seguridad laboral, por ejemplo: realiza un trabajo en tensión si los EPI’s, herramientas adecuadas y obviando el procedimiento, degenerando en una deflagración de origen eléctrico con resultado de lesiones importantes. La empresa una vez ha estabilizado la situación médica y humana del operario, procede a sancionarlo conforme establece el R.D. 1/1995 (texto refundido del estatuto de los trabajadores), como trabajador puede recurrir, esta vez, bajo la protección de los jueces, conseguirá, no sólo anular la sanción si no también desmotivar a la empresa para que siga haciendo prevención.

De ello se deduce que si el Sr. Jotas Ces incumpliendo de manera flagrante una normativa de conducción y produce una desgracia, el único responsable es él y a nadie se le ocurre culpar a la administración. Si por el contrario, incumpliendo de manera dolosa una normativa de seguridad provoca una desgracia el culpable es la empresa, y se excusa deliberadamente la responsabilidad del trabajador.

No obstante, tanto la empresa como la administración actúan de la misma manera: examina al Sr. Jotas Ces en función de sus conocimientos teóricos y prácticos, lo vigila con controles (inspecciones de seguridad, controles de alcoholemia) y los sanciona –o intenta sancionar- cuando incumple normativas de seguridad. Entonces, ¿porqué se culpa a la empresa y no a la administración por obrar de la misma manera?.

Los jueces, dicho de paso (funcionarios pagados por el estado, y por tanto, parte de la administración) no tienen en cuenta un elemento imprescindible para depurar las responsabilidades, el libre albedrío, y es que cada Sr. Jotas Ces, al final, es quien decide sobre sus actos. Los trabajadores cada día toman miles de decisiones, desde levantarse para ir al tajo, hasta ponerse el casco antes de empezar la jornada. Las empresas no pueden poner un técnico de prevención por cada trabajador, como la administración no puede poner un guardia de tráfico por cada conductor. Es evidente que las empresas tienen su responsabilidad, y si alguna no la contrae, debe enfrentarse a las consecuencias administrativas, económicas e incluso penales. Pero ¿porqué debe asumir esa responsabilidad?, cuando demuestra que ha cumplido con todas las especificaciones legales y humanas para evitar los accidentes.

La empresa es consciente de que el Sr. Jotas Ces es la parte más débil, incluso acepta compensarle económicamente cuando ha quedado dañado tras un accidente donde él es el único responsable, pero parece inconcebible que se sancione a una empresa que demuestra su compromiso con la integridad física y psíquica de sus recursos humanos.

Sancionar a la empresa por “la decisión” irracional del Sr. Jotas Ces, es como sancionar a la administración porque como conductor se salte un semáforo y atropelle un viandante o sancionar a Dios por hacer que haya tomado esas decisiones.