Aquí el abajo firmante a reciclado desde siempre, que no es una cosa nueva. Lo que ocurre es que ahora me han hecho cambiar de opinión, y es que una cosa es que tu lo hagas, aún a sabiendas que te cuesta dinero, y otra es que te chuleen. El pasado día diez fui como humilde borreguito al matadero -perdón al lugar de entrega- a recoger el cubito para el orgánico. Pues como digo, fui con mi mejor sonrisa para encontrarme a una señorita (dudo que tuviera 18 añitos) que me dice que debo recibir una clase de quince minutos, que me va a enseñar a reciclar -podría enseñar a su padre a hacer hijos-, le digo que ya sé de que va, y que haga favor de darme el cubito. Se negó. Bien, pues entonces es cuando de verdad me planteé el reciclaje.
Primero fue el contenedor de vidrio, venga separar vidrio. Después el papel y el cartón, venga, que no se diga. El tercero fue las latas. Total que ahora en toda cocina de buen vecino hay separador de pilas, el contenedor de las latas y envases, el del cristal, el de papeles y cartones, el del aceite usado y por su puesto el no va más, ¡tachán! el del orgánico, eso sin menoscabo del de toda la vida, porque hay cosas que no sabemos donde meter –bueno, si lo sabemos pero no se puede decir-, y encima cada año suben la basura.
Cuando yo era un chaval (hace veintipico treinta años) en casa no se tiraba ni un cristal, esto era porque el camión del repartidor pasaba una vez a la semana a reponer existencias, y los envases eran recuperables (cerveza, agua, leche, gaseosa, sifón, trinaranjus, cocacolas...). Bueno, sin hablar de las botellas de cava, el uno de enero íbamos los chavales de casa en casa a recogerlas, porque el trapero -aquel señor que iba con el carro recogiendo periódicos, revistas, plomo, cobre, etc- las pagaba a pela. Uno se daba un paseo por las calles y no veía deshechos, ¡los bosques como una patena!. Ahora vas a buscar setas y las más vistas son: el “cocacola llaunus” y el “botellus cervezorum” porque si es pesado reciclar en casa, ya no te digo en el campo. Y entonces se pasó del envase reutilizable al envase reciclable, total que ahora en una semana genero más vidrio que antes en un año, y ¿Porqué?. Por pasta, por la pela.
Me explico: Compra uno el envase -porque se lo cobran, igual que antes, pero después te lo abonaban- cuando gastas el contenido, lo almacenas en casa hasta que ya no te caben más, entonces lo llevas al contenedor –contenedores pagados con nuestros impuestos- lo transportan –empresas subvencionadas con nuestros impuestos- lo recuperan y te lo vuelven a vender. Ahorrándose el trabajo, ya que se lo hacemos nosotros, negocio redondo. Y encima cada año suben la basura.
Aún a sabiendas de esto, reciclamos –es que tenemos una vena masoquista- y lo aceptamos. La naturaleza y todo eso, ya saben. El tratado de Kioto –ese que los USA no cumplen, ni los españolitos, no crean- la madre naturaleza. Lo que en verdad me fastidia es que una niñata -van dos que lo digo- me chuleé, porque yo ya reciclaba antes que ella naciera, y lo molesto, no es que me obligara a ver el video (que no lo vi), es que sólo se lo hacía ver a quien quería, desconozco el criterio que usaba.
Antes, cada cuanto, tocaba sábado de limpieza. La señora María sacaba todos los trastos viejos y llamaba al trapero que venía a buscarlos enseguida –y a veces, hasta pagaba-. Ahora seleccionas el material y lo llevas en tu coche a la planta de reciclaje, donde te fichan –será para poderte cobrar más en el recibo de la basura- y encima les has de dar las gracias. Una vez se me ocurrió la brillante idea –para que vean que yo también peco de ingenuo- de llamar por que el contenedor estaba lleno, en verdad digo que es lo más parecido a una línea caliente –esa donde una señorita está al otro lado del teléfono según ella en ropa interior- y es que te cobran por la llamada –dos euros - y encima se olvidan de ti en cuanto cuelgas, eso si, se ahorran hasta la señorita, ya que te envían directamente a un contestador automático –para mí, que tienen convenio con telefónica- y encima cada año suben la basura.
Que no, que el reciclaje no es tan limpio, si no me creen, pásense por “El Pont de Vilomara (BCN)” y pregunten a sus vecinos, ellos podrán enseñarles el color amarillo adherido a sus casa del producto que están echando al aire los meapilas –perdón, los recuperapilas- de la fábrica allí puesta. Váyase usted a vivir al campo y respire el aire recuperado de las pilas, no sé si en el Pont de Vilomara también cada año suben la basura.
Así que hechas estas reflexiones, este exreciclador y ahora antireciclaje da recuerdos para la niñata -van tres que lo digo- y le agradezco el detalle de haberme hecho pensar. Después de haber tirado al contenedor normal, los seis kilos de pilas, el contenedor de latas –lleno- el contenedor de vidrio, la caja de las botellas vacías, la caja de reciclaje del papel y cartón y la botella de cinco litros del aceite viejo, me ha quedado la cocina es más grande – dos metros cuadrados, oigan- Por cierto, no sé si lo he comentado, el año que viene vuelve a subir la basura.
Primero fue el contenedor de vidrio, venga separar vidrio. Después el papel y el cartón, venga, que no se diga. El tercero fue las latas. Total que ahora en toda cocina de buen vecino hay separador de pilas, el contenedor de las latas y envases, el del cristal, el de papeles y cartones, el del aceite usado y por su puesto el no va más, ¡tachán! el del orgánico, eso sin menoscabo del de toda la vida, porque hay cosas que no sabemos donde meter –bueno, si lo sabemos pero no se puede decir-, y encima cada año suben la basura.
Cuando yo era un chaval (hace veintipico treinta años) en casa no se tiraba ni un cristal, esto era porque el camión del repartidor pasaba una vez a la semana a reponer existencias, y los envases eran recuperables (cerveza, agua, leche, gaseosa, sifón, trinaranjus, cocacolas...). Bueno, sin hablar de las botellas de cava, el uno de enero íbamos los chavales de casa en casa a recogerlas, porque el trapero -aquel señor que iba con el carro recogiendo periódicos, revistas, plomo, cobre, etc- las pagaba a pela. Uno se daba un paseo por las calles y no veía deshechos, ¡los bosques como una patena!. Ahora vas a buscar setas y las más vistas son: el “cocacola llaunus” y el “botellus cervezorum” porque si es pesado reciclar en casa, ya no te digo en el campo. Y entonces se pasó del envase reutilizable al envase reciclable, total que ahora en una semana genero más vidrio que antes en un año, y ¿Porqué?. Por pasta, por la pela.
Me explico: Compra uno el envase -porque se lo cobran, igual que antes, pero después te lo abonaban- cuando gastas el contenido, lo almacenas en casa hasta que ya no te caben más, entonces lo llevas al contenedor –contenedores pagados con nuestros impuestos- lo transportan –empresas subvencionadas con nuestros impuestos- lo recuperan y te lo vuelven a vender. Ahorrándose el trabajo, ya que se lo hacemos nosotros, negocio redondo. Y encima cada año suben la basura.
Aún a sabiendas de esto, reciclamos –es que tenemos una vena masoquista- y lo aceptamos. La naturaleza y todo eso, ya saben. El tratado de Kioto –ese que los USA no cumplen, ni los españolitos, no crean- la madre naturaleza. Lo que en verdad me fastidia es que una niñata -van dos que lo digo- me chuleé, porque yo ya reciclaba antes que ella naciera, y lo molesto, no es que me obligara a ver el video (que no lo vi), es que sólo se lo hacía ver a quien quería, desconozco el criterio que usaba.
Antes, cada cuanto, tocaba sábado de limpieza. La señora María sacaba todos los trastos viejos y llamaba al trapero que venía a buscarlos enseguida –y a veces, hasta pagaba-. Ahora seleccionas el material y lo llevas en tu coche a la planta de reciclaje, donde te fichan –será para poderte cobrar más en el recibo de la basura- y encima les has de dar las gracias. Una vez se me ocurrió la brillante idea –para que vean que yo también peco de ingenuo- de llamar por que el contenedor estaba lleno, en verdad digo que es lo más parecido a una línea caliente –esa donde una señorita está al otro lado del teléfono según ella en ropa interior- y es que te cobran por la llamada –dos euros - y encima se olvidan de ti en cuanto cuelgas, eso si, se ahorran hasta la señorita, ya que te envían directamente a un contestador automático –para mí, que tienen convenio con telefónica- y encima cada año suben la basura.
Que no, que el reciclaje no es tan limpio, si no me creen, pásense por “El Pont de Vilomara (BCN)” y pregunten a sus vecinos, ellos podrán enseñarles el color amarillo adherido a sus casa del producto que están echando al aire los meapilas –perdón, los recuperapilas- de la fábrica allí puesta. Váyase usted a vivir al campo y respire el aire recuperado de las pilas, no sé si en el Pont de Vilomara también cada año suben la basura.
Así que hechas estas reflexiones, este exreciclador y ahora antireciclaje da recuerdos para la niñata -van tres que lo digo- y le agradezco el detalle de haberme hecho pensar. Después de haber tirado al contenedor normal, los seis kilos de pilas, el contenedor de latas –lleno- el contenedor de vidrio, la caja de las botellas vacías, la caja de reciclaje del papel y cartón y la botella de cinco litros del aceite viejo, me ha quedado la cocina es más grande – dos metros cuadrados, oigan- Por cierto, no sé si lo he comentado, el año que viene vuelve a subir la basura.
2 comentarios:
!Me dejas sorprendida que blog tan bonito¡ i cuanta razon tienes al fin i al cabo todo esto del reciclaje es una pura mentira
julia
Muy bien, hace tiempo que pienso lo mismo, y te aseguro que no reciclo nada,
aparte de lo que tu expones y con mucha razón, habría que añadir, si me lo permites, que el trabajo que hacemos nosotros, gratis claro esta, no lo hacen otras personas que cobrarían por ello, osea que con nuestro civismo lo que hacemos es quitar puestos de trabajo.
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