jueves, 6 de mayo de 2010

LA VUELTA AL TRABAJO I


Se acabó el vivir del paro, ¡y gracias que existe! Un año y dos días en el paro después de 14 años sin parar. A decir verdad me ha servido para recargar pilas. Los últimos meses en el trabajo estaba… como decirlo: “con Síndrome de Bournout” –decimos los Técnicos de Prevención- “quemado” –dicen los trabajadores en general y “hasta los güevos” -u ovarios, según el género- el resto.

No quiero que se me malinterprete. No era la empresa, ni los compañeros –en general- siempre hay alguno…, ni los operarios, ni los clientes, ni la situación familiar; es la suma de las partes, es como un equipo, por separado no hacen nada, pero el total te va corroyendo con el tiempo. Y esperas. Simplemente esperas a que una tontería haga que explotes. Así que cuando apareció la crisis –y yo con dos años de antigüedad- tuve todos los números para hacer cola delante de la administración. A decir verdad, una parte de mi agradeció aquel “descanso” impuesto. Luego queda la preocupación por como aguantaré los próximos meses con dos niños, préstamo, hipoteca… La empresa se portó bien conmigo y al pedirle que me dejara acabar el mes, ya que el coche era de empresa y necesitaba arreglar unos temas, no se opuso, bien al contrario. Me ayudaron en todo lo posible y se ofrecieron para ponerme en contacto con clientes y proveedores para encontrar otro puesto. Se lo agradecí, pero tenía claro que los primeros meses eran para descansar. Seis días de vacaciones y el paro en 6 de marzo de 2.009.

Luego tres meses para hacer algunas cosas que estaban en la lista de: esto lo tengo que hacer. Ya sabéis a que lista me refiero, esa que todos tenemos. Bueno, alguna cosa hice: puse en marcha este blog, algunos arreglos por casa, le metí mano al huerto e incluso reanudé el libro que siempre he querido escribir, al menos hasta que mi hija me metió un virus y se cargó tres capítulos enteros…sic.

Pasado el verano, empecé a buscar trabajo en serio. ¡Que sí!, que hay trabajo, desde octubre hasta diciembre me ofrecieron siete. No voy a mencionar las empresas. Excepto una que incluso me lo pensé, el resto a aprovecharse de la situación. Sueldos de supervivencia. Con cada nueva oferta se me erizaban más los pelos, acababa por meterte en internet para comprobar que “Paco” seguía en el Valle de los caídos. Luego miraba la tele y comprobaba que la crisis es culpa del gobierno socialista –quedaba claro que el resto del mundo no tenía crisis…- y la solución era muy fácil. Señores. Sólo es necesario aprobar el despido libre –que ya lo hay, no nos equivoquemos- pero al estilo: ¡A la puta calle!, mañana no vuelvas y sin un euro. Y yo pienso, si como está la cosa te ofrecen estos sueldos, con despido libre que no harán, ¿volveremos al derecho de pernada?

En febrero estaba en la lista de dos empresas grandes para trabajar –proceso de selección- suele durar unos dos o tres meses. Entonces recibí una llamada de mi antigua empresa. Tenemos un puesto de Técnico de Prevención para una obra en Guadalajara, ¿te interesa? I tant! Cambio de delegación, de comunidad, de compañeros, nuevos retos, nuevas ilusiones, nuevos territorios. Así que me lié la manta en la cabeza y “palante”. El día 8 de marzo de 2.010 cogí un avión a Bilbao.
En el próximo capítulo: Bilbao

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